Rebeca Ethel Becerra Lanza es poeta, escritora, investigadora y ensayista. Nació en Tegucigalpa, Honduras en el año de 1970.
Es licenciada en letras con orientación en la literatura por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Estudió en la escuela nacional de arte dramático y fue miembro del taller de poesía “casa tomada” (1922-1994).
En el año de 1992 recibió el premio Único Centroamericano de Poesía “Hugo Lindo” en la República de El Salvador por su libro llamado “Piedra y luna”. Sus obras publicadas son: Sobre las mismas piedras (Honduras 2004), Las palabras del aire (Honduras 2006), Persuasión de las cosas (Costa Rica 2016), Del tiempo (antología) (El Salvador 2016), Camila (Honduras 2017), Enigma del gato ciego (en imprenta de la (UNAH).
Recuerdo que la primera vez que leí Camila, de Rebeca Becerra, lloré sueltamente. Me provocó ese llanto que ayuda alivianar. ¿El qué?, no lo sé. Pero eso es lo hermoso de la poesía. Sacudirnos las emociones e impregnarnos de una sabiduría sin palabras, aún cuando las palabras están en juego. Pero es que probablemente sea eso: están en juego. Están como jugando, están conociendo desde la espontaneidad.
Así va Camila, conociendo los instantes desde la espontaneidad. Coloreándolos con sus sensaciones para borrar los límites de su cuerpo con sus accesorios, con su cuidad, con su entorno, con la vida. \”sacude el cabello adornado de estrellas\” \”toca el viento con la punta de los dedos\”
\”Camila se levanta con las sombras de la luna\” es, acertadamente, el primer verso de este poemario y en efecto sienta el aura con que nace este poemario.
Todo se va dibujando con la delicadeza de quien conoce la técnica de contar historias desde un imaginario sensorial que personifica las vivencias. De pronto los cuadernos, la ropa, demás accesorios se convierten en nuestras propias vivencias, en parte de sí, en nuestras prótesis. \”la ciudad le habla a través del viento\” \”su uniforme…/ se columpia…/y sus zapatos…/respiran…\”
\”Camila pintame/árboles gigantes que se vean/ desde todas partes\” suena como a un canto a Camila. Una vez más logrando, cuidadosamente, imaginarios sinestéticos.
Camila se entreteje constantemente con su entorno. Juega con los azahares y habla con el viento como quien disfruta una compañía.
Pero hay un gran mundo afuera que Camila no conoce, el mar. \”El mar habla muchos idiomas./ pero no conoce a Camila\”. Camila sabe que existe el mar, lo dibuja en mapas de tarea, esto es el simulacro.
Que el mar no te conozca también funciona metáfora de que saber algo desde los libros no necesariamente es un intercambio de saberes.
El mar también es la paciencia, es la vida que crece y se recrea. \”El mar…/Espera a la lluvia,/al sol, a la luna\”. \”Tiene tanto trabajo el mar\”
El espejo del bisonte se convierte en un punto de inflexión, ya no podemos ignorar lo que sabemos porque eso nos hace avanzar. \”Ella abre los ojos\”.
Camila comienza a notarse \”El embeleso es ahora con su figura\”. Camila se reconoce, entonces existe. \”Ya sabe cuántos años tiene\”.
Camila es un poemario que teje minuciosamente la exploración sensorial como una promesa de un descubrimiento intrínseco posible.
Tal vez todo esto que ahora logro poner en palabras es lo que hizo llorar la primera vez. Camila, aun siendo un poemario tan cortito, abarca un inmenso lenguaje que nos invita a recorrernos a través las sensaciones y la cotidianidad.
El poemario Camila está por los momentos agotado, pero esperemos escuchar pronto nuevas ediciones.